martes, 10 de abril de 2018

Cisnes de nieve


Cambio de pieles constantemente donde caigo demasiado,
Ay la rebajes de las trovas que enfilan el retorno calipso
la comuna de los exiliados se refuerza cada instante,
la grieta de un continente aislado hiberna condolencias,
el sufrir rebosa ahora con odio entre los escombros
nadie reconoce el embrión de las esmeraldas,
mecen las cabezas en tontas faldas cuales candelabros,
refunfuñan las manos rajadas de los Heracles Cómodos
que en vista de una Roma leída al revés renacen la Polis
y su asignación roquera que prevalece en sus tributos vascos.

Como quisiera el pez volar y el ciego dormir en el maíz.

¿Hasta donde se navegará con ruidos en las frentes?

Los pobres cazando en el bigote del muelle...
¿Cansarán los deseos de su existencia marina?

Los hombres de arena obligados por la lluvia siberiana
hurtaron por equilibrarse en el hampa del mercado,
las frutas podridas daban sus primeros pestañeos
y las huelgas no eran suficiente para contrarrestar el presagio furtivo,
las olas del caparazón del caracol de Zeus arderían
si encaminaban sus brazos elementales a las costas
donde descansaba Sicilia mostrando sus senos,
oh, el oráculo de las rítmicas acuáticas lamieron día y noche
nadie se percataba que la solución estaba en uno mismo
porque el hombre que se deja gobernar no impide limites en su volquete
ni la forma del agua y el fuego delinearán su dinastía
y con el esplín de un Ptlomeo en su carne de amarga cáliz
se impregnarán filadelfos en camafeos postmodernistas
mientras el cuarzo sepulte el invierno lejos de sus camadas,
oh llevate consigo el abrigo de mieles ágatas sulfurosas,
desprende el cordón umbilical de tus engendros cimarrones,
no pronuncies el nombre de la tierra que te vio nacer
olvida el espejo de tus padres y el hábito de agradecer
pero antes despide la macorra que se vive en los batallones
sugiero que muevas tus dedos los hilos transparentes de la necesidad
entonces el pan de cada día aparecerá tostado
y el lívido cielo abrazara sus camaleones con furia,
si tan solo fuera fácil como se sospecha.

¿Y las hijas de la Helena ?

Entre las perlas sacrosantas buscan la uña sardónica de Pandora
y no es posible que festejen la estrella de los varones
esa que desde rascacielos decanos brilla para Epimeteo.

Las culebras escaparon del jarrón a tentar profetas y los Cisnes de nieve a danzar en el hielo.






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