domingo, 17 de junio de 2018

El llanto de los sicarios


Cuando sea fácil para el malandro juzgar con sus dedos
el espejo del vacío que favorece su postura narcisista,
sus andanzas en la selva de concreto donde el nace el hambre
se dará cuenta que una muerte arrastra otra muerte.

El corazón tiene la forma de nuestra cara
y la cuchilla, la oz de la inolvidable apariencia.

La sangre que llueve y se posa en la mano de la madre
que llora por su hijo, el varón que permitió ser la esencia del barrio
cual nombre ahora se deletrea en cada esquina como un recuerdo más.

El señor de los milagros también llora y llora mucho...
las ánimas volaron al libro que el Jesús moreno quemo
y la resaca de una muerte anunciada seco la flor del día.

Y ahora que no esta más con nosotros
salen a relucir sus notables percepciones humanitarias.

Las plantas salen a caminar.

Recién es cuando se valora al sol,
luego de que la oscuridad halla formado parte de él.