sábado, 28 de julio de 2018

Manto de Atlas


El silencio gélido sobre las piernas nobles
acuesta el cuerpo de madera del viento
sangrando por el ojo viudo de oro
que el mar ondulado hirió de celos,
su égida de Urano perdió el hombro,
mas tarde el brillo que lo convirtió en moneda.

Era de plata por un instante paladio.

La espalda que trenzas jadea
tendones de hierro, tentáculo opuesto
soportan el castigo del titán
que rasga la sonrisa al botín
sirviendo las rosas caídas de su boca
la marcha de sus dorados.

Y los pechos... Ay, si mi dios quisiera...

La flor sepultada en la tumba del pezón,
soporta el remolino de las areolas
el sudor, la infusión de los infieles
los pilares del tornillo.

El mundo que sostiene
las mariposas de la monarquía.