lunes, 9 de julio de 2018

XIV


Bebiendo el vino de los Jesús crucificados de cada religión
llamé a un carpintero a que construya mi propia cruz
porque hace mucho que los clavos están atravesados en mis palmas
y el martillo de acero espera ser empujado por millones de almas,
me uniré a la madera y a la historia en un solo momento.

Solo faltas tú... ¿Deseas acompañarme en ese tributo?

O darme quizá el agua que pertenece a los peces plomos
que escaparon de mis entrañas cuando decidí hablar de profecías
en mis antiguos escritos que hoy sólo son parte de una biblia.

¡Oh que proeza la que se recita hoy! ¡Lastimados!

El reloj de los zapateros que descifran la suela de mis zapatos
controlan el tiempo que me queda en la tierra del egoísmo
aún no se define el contraste de las rosas negras, suspiros de la muerte,
los abrazos en mi nombre llevarán el perfume de mis más honrosas batallas
los pétalos que regara el demonio sobre mi lápida... la muestra de respeto,
la caída de los cuervos despidiendo el siglo amargo, pascuas al nacimiento del príncipe.

Lazo

Vendra el quinto augurio a vendarnos el corazón herido
la espada que desoja la tregua de la malicia
que una primavera cabalgo en los jinetes de la tarde.

La tormenta embriago el cuerpo del viento
que azulado teñia el cielo gris de los poetas
que manoseaban la musa entre sus petalos.

El quejido desamparado de las quimeras
azotando el jardin de las flores marchitas
aguas de paso para palomas quebradas.

El sentido de la desolacion en un beso
que se encontro moribundo a ciegas perlas
tiburon de flor, náutica prenda de sal

Los lazos que arman las moscas
el gemir de los árboles ancianos
el silencio de la mística noche.