domingo, 26 de agosto de 2018

Apología de Pandora


PABLO Y SUS DEMONIOS

Sonando las botellas en los desfiles de su fauna
reniega Pablo de sus albatros que encaminan su corbata
hacia camas del averno donde una diosa descabellada
lo espera con el deseo más humano que pueda emanarse
en los estadios del infierno cuán tenazas de fuego y cristal.

¿Porque pensar que el discernimiento se pueda basar en llamas?

Está en averiguarlo por uno mismo, Pablo
y tu eres dichoso de bailar mudo en el salón imperial
donde jueces alardean la prosa nostálgica y potente de Lucifer
cuáles cabellos dorados aletean las raíces de su esencia.

Pablo,
soy el malhechor que presenció la crucifixión de cristo
aquél que fue perdonado...
ahora reencarnado para pagar los pecados de mi antigüedad
y no habrá tercera vez porque seré
la estrella que más brille en la lejana inmortalidad,
la tumba que más apeste por la furia desencadenada
que se descompone de éste hermoso cuerpo... joven y eterno
que los caballos rojos arrastraron hacía el mar, el desierto y Jerusalén.

Destraba la baraja del Cristo tatuado en el alma
pues no puedo escribir como tú
que lápidas mi autónoma propuesta de vivir
cuando las costillas son garras en el salto saturniano de las amapolas
al abismo nido del arte, la intelectualidad, la luz y el hallazgo,
la espada de la vida y la muerte, la hipocresía,
la arquitectura de los vientos de la teología,
los guantes blancos de una morada locura
que ofrece sus frutas a la agitada arrecife de la sabiduría.

¡Pablo, compadre de los infiernos!

¿Asimilarías la mierda en nuestros pechos, relucientes bronces?

Te ruego el sabor de la candela que se devoran en los labios excitados
de orgías que dejaron los rituales en la depresión del oído
de esta tierra plana que lamenta las flores artificiales de su botánica.

Embriagate y fuma mis tambores,
cocinar tu propio vomito puede hacer que te sientas un dios,
el refrán que suena en los estómagos de los sabidos
no existirá en las heces que peina nuestra suela,
el miedo será un recuerdo
de la bóveda que esconden sentimientos humanos.

La miel del misil cayó suave en la frente del cordero
las viudas que abundan en aquellos océanos remotos
mostrarán el muslo de su maldición
que en el mosqueo pentagonal saludaban satánica
el Ruiz mosaico de los cementerios oleados
que dinamita los guiños genéticos de un sol triste.

¿Don Pablo, cuando nos volveremos a ver de nuevo por aquí construyendo apologías con los dardos azules de la escritura?

¿Mañana cuando apreciemos la incestuosa fortuna de Adán y Eva?

Oh, en el horizonte de las montañas canta tu fantasma
se perdona a sí mismo un Dante brilloso a falta de legiones
perfeccionadas para lucrar con hordas celestiales.

Sólo hoy mientras se pesca el pecado en la carne
el deseo tiende un cambio evolutivo a la acción ,
las tentaciones templadas en el coraje impulsivo
la mayoría de veces a propósito de la inocencia
que nos entierra al panteón.

Pero varones...

¿De que me sirve el rehusó de accionar si del infierno vengo(3)
y al infierno me iré por sentarme naturalizado?  -bueno-.

Estoy bendecido
mi sueño es un floral roto de relatos ambiguos.

Estoy siendo más humano de lo que se tenía previsto
-yo, otro ángel bello-

Tenía que demostrar el valor de la vida
desde el entendimiento de la bestialidad del hombre
al efímero acto de su amor o del amor que a suaves penas
se conserva en el tiempo límite de la emoción.

¡Dispénsame! ¡Excúsame!

¡La culpa es mía por enamorarme de una mis mujeres
que me ofreció la divinidad en complementación de la inspiración!

¡La culpa es mía por enamorarme de esta raza
que se aferra a la superstición!

Nuevamente me acurrucare en los brazos de Morfeo
cuando ascienda mi leyenda.

Pablo, consigue tu reencarnación
y volverás poeta, filósofo o en un simple... animal científico.