miércoles, 12 de septiembre de 2018

Yates

La gota viajera que rumba su vitrina tremenda
en versículos del hipódromo de caballos alados,
vinagrara sus patas de bisonte a esos dirigidos astronautas,
reiría su canto de perplejidad cuando el sol acompañe
derritiendo la isla de cristal de colas aquellas que demandas lleva
de su vocablo hiriente y confundido por témpanos doblados,
curvas de cadera punzante que ama al engreído ser estresado
que rompe su cráneo de hielo en la tabla donde reina el frío
abrazando con su brazo elástico los huesos de orillas desoladas
que resisten a dar su último aliento por silbatos
de tifones  que plagean cómicas caminatas de osas.

¿Quien entiende el vuelo de la paloma ciega si el cielo es infinito?

Si comete actos humanos en su eterno aleteo de escolar.

¿O los niños hoy son parte del palomar?

Tendría entonces que tomar los crucifijos con las garras.

Pero... si la nube es una frontera ideal del aviador animal
rezar será lo mejor para que se tranquilice la madre,
el vino de los titanes que morirán por la lucha de los cielos
-allá en la casa de Jehová, el jardín imperio de claveles negros-
se beberá de rodillas frente a la montaña virgen de sus botones,
abrir el horizonte de los ojos será más fácil que matar la desesperanza de un buitre,
mear el testimonio de unos dioses que en su momento sirvieron de muletillas,
es y será el deseoso y sonriente golpe al candado que nos oprimió durante el día,
porque en la noche el vampirismo deslumbro los lunares y el lado femenino del sol
y gracias a eso no somos una simple raza... sino testigos de nuestra embriaguez.

Adaptarse es una obligación, cargar el peso de la sombra que irrumpió el tiempo
al notar el efecto de la supervivencia en apartados utilitarios de nuestras facultades,
despliega la rosa de meteoro sus pétalos disfrazados de oro gallardo
sabiendo el color de las mediocridades que se resuelven por sondeos impugnables
que como en los azares de yerba pobre se acude al pleito a pesar...
empero el cambio no es suficiente cuando una alma anhela a otra
pues las puertas son anchas mangas donde cabe la historia de una civilización
y el sentimiento que se regocijo en las manoplas del llanto interno
lucirá su rostro imantado en espejos del ser que lo privó en su faltriquera
suscitando ecos de globos que se inflaron de agonías ajenas, negras y sagradas
en misas donde cabezas lloraban la iluminación de su frente pastoral,
el segundo pendiente que recibe la alma opuesta, cederá su toga artificial y lúgubre
a su repertorio que lleva entre las piernas... sus clones... sus bendiciones,
la hembra que goce de su miembro tubérculo arderá de bienestar entre perlada,
la creación de su camote bailará las canciones que tiene por descubrir en el laberinto
es decirse... los padres la pagan con los hijos...
pero la reforma ya está hecha para pulir el diamante que no escupe el encanto,
el dulce que no culpa a la droga minerva de estatuas bronceadas de hojas lunas,
elefantes congelados de una fiebre embarazosa, yates, pan.

Glacies remonta las batallas contra los injertos que apestan a sol,
ama a todos por igual y desaparecerán penas que se ocultan en las montañas
confirmadas por mis hermanos... ¡Hasta lágrimas tengo ya!,
es hora de matar al reloj, sin duda el conformismo nos ata al puerto
y peina el bostezo de los inviernos que radican en el pecho del ser que muta
sus holocaustos bienes en grandeza agazapada,
¡Ay Cibeles! ¡Ay si! el humor es tremendo y el olfato corto
si no se comulgan las sandías que el huerto adoptó menos podrá lucrarse ganancias,
sepa usted que cultiva los puños en la tierra, alabar los álamos que perilla supera,
descolgar los gatos del armario selvático que rebeliones cautivaron,
tirar la soga al barco que nos trae la mercancía feliciana de los países rosados,
agradecer a los cisnes que duermen en los senos
y fumar la tranquilidad que se desempeña en la pérgola de la unificación,
¡Es impredecible! ¡Sumamente digno de recordar! ¡Abortar el resentimiento!
la maravilla que alumbra el oriente de la dignidad que posa en la férula.

Si el viejo blanco, maestro de las enseñanzas y domador de bestias,
apuntará su incrédula zampoña a montañas de nieve donde el tornado más inteligente
vive sin castrar sus piernas de heroína más su corazón vegetal de fuego
¡Tal vez! ¡Ayar! ¡Argos! ¡Tal vez! ¡Padre! ¡Inti! ¡Hefesto! ¡Alcimede!
el gran cabello del segundo ángel destacado caería de escalera para el sabio,
que como decía... tocaría su crudeza... el cóndor muerto o el nuevo monstruo
diseñando el ejemplar acto que detonar en los primeros años de un nacido.

Los varones deben besarse antes su fuerza en las olimpiadas,
como se atreven a pisar el terreno sanguinario si aún no saben lo que el sentir significa
¿Acaso no entienden la rapsodia que se recita desde los montes?
¡Maten con amor como en la última cena! ¡Oh, cuadro!
olviden por momento el castigo a sus impuestos boxeadores
porque luego seremos como en el principio, nudos en la cuerda... la caña astilla.