viernes, 18 de mayo de 2018

Bastón


He aquí
sollozando mi historia sin tregua
postrado en mi juicio
dirijo mi garrota a mis alimañas
que arrastran mi voz
por la uretra del camino,
fraude del anciano
que ronca en mis hombros,
en mis recuerdos de sonidos que nunca oí,
en las aperturas de las lunas en ayunas
que cicatriza el cascaron ya roto
de este animal perfecto.

Sabelotodo


Y quien sabe que pueda suceder mañana.


Si las ranas estallan de euforia.

Si las nubes al fin dan ideas adversas y se encuentre sentido a todo.


¿Alguien puede cantar donde vive el sabelotodo?


Los corazones de terciopelo están por ahogarse.

Los huesos rotos son reliquias de una búsqueda.


¿Quien puede entender a los hombres que no se entienden a si mismo?


Que desean la verdad para obtener la libertad...


¿Quien puede entender a los hombres que comen de sus uñas?


Tal vez por temor de saber esa verdad.



Nieves


Acaricia el viento huérfano.


El pelo de la bestia resalta.
Retumba el invierno.
Pescados y ratones.
Recuerdo antaño calambre.
Azul y blanca gata.


Bésame


Sé que no eres lo que dicen,
equivocarme es mi pan de cada día.

Sé que me entiendes,
en algún momento respiraste por acá.

Me conoces tal vez
y pues no soy lo que aparento ser.

Eres un hijo de dios al igual que yo
entonces somos hermanos espirituales.

Te necesitaba para un poema
y aún pienso hacerlo.

Dile a tu padre (a nuestro padre) que me siento solo
como si aún estuviera en el vientre de mi madre  (no tu madre).

Oh, el vino de tu sangre con aroma a sacrificio.

Bésame Jesús
dime cuando nos llevarán como tú.

Si fuiste el mesías

¿Para que existir?

¿Para que tantas preguntas?

Bésame Jesús
tu tienes labios
tu no eres un dios.

Bésame Jesús
lo que nos diferencia es que
estás en el cielo
y yo aún en la tierra.

Bésame Jesús
lo que nos diferencia es que
tú estás muerto
y yo vivo.

Bésame Jesús
ya casi... estoy muerto.

Bésame...

Esqueleto

Vendra el quinto augurio a vendarnos el corazon herido
la espada que desoja la tregua de la malicia
que una primavera cabalgo en los jinetes de la tarde.

La tormenta embriago el cuerpo del viento
que azulado teñia el cielo gris de los poetas
que manoseaban la musa entre sus petalos.

El quejido desamparado de las quimeras
azotando el jardin de las flores marchitas
aguas de paso para palomas quebradas.

El sentido de la desolacion en un beso
que se encontro moribundo a ciegas perlas,
tiburon de flor, esencia maldita.

Los lazos que arman las moscas
el gemir de los arboles ancianos
el silencio de la montaña ciega.

Deberían caer los ojos del horizonte
a los tobillos de una esmeralda disecada
hambrienta de colores, hoja decaída.

El cadáver de un recuerdo se olvido por siempre
y los ríos lloran la tristeza de las nubes
y los peces saltando calman su sed.

Se convirtió en otro recuerdo aquel recuerdo... que fue.