miércoles, 11 de julio de 2018

La senda de los mendigos


Ahí van... los exiliados del porvenir
las cárceles que esconde el mar
llenan de drama el óleo-itimo.

Ahí van... en la sierra del feudo éxodo
sus males en carnes de mansocratismo
pegadas mieles de galaxia.

Las ideas caen al anochecer
cuando los esclavos sueñan luz
en periodos lucrativos
justos de recompensa.

¡Libertad a la pobreza mental!

La fortuna está en el camino a la sabiduría.

Sus métodos.

Arroyo


Las frentes arrugadas mojan las murallas donde los besos duermen,
el segundo perdido que olvidaron en nuestro afán por despedirse
luego del recuerdo procreado por amapolas enfermizas
vulnerables a la espera paciente de la búsqueda del soñador.

Las sendas de alas caídas y leones muertos, violines tristes
el carajo de los abuelos que no entienden a los sapos.

Diosa mía hemos encriptrado el rehusó de conciencia a la idolatría,
una fe clavada con espinas en el regazo de la dignidad humana.

El pan que escondemos en ollas de barro dejara su aroma en el aire
cuando pongamos por delante al egoísmo crudo sin color en las cuencas
no será tarde evadir el colonizado batallón de las plagas del martirio,
aquéllos que fuman la lengua de la niebla que los acompañan
tendrán un río por cruzar en su amanecer.

El crujir sediento de las bocas disecadas en devoción a los corderos de oro,
no serán capaces de pronunciar con fervor el enamoramiento (ficción de respeto),
las sogas de la alevosía caerán cansadas sobre la tierra ardiente del calor,
donde se cosecha la sonrisa de la estrella más grande que bendice a los indios,
los otros hijos del sol... los desquiciados que saben huir dos veces del peligro.

Los recuerdos y el egoísmo en una sola imagen rozando los labios dalmatas,
la orgia de la falsedad a mediados de la boda de las moscas samaritanas,
suplicar el engaño de otro día hipócrita podría resultar a favor en la monotonía
más no en la vida de dos árboles que viven abrazados y aman a su fauna.