martes, 10 de abril de 2018

Campo de Marte

No fue la primera vez que derrame mi sangre en los mares negros.

He caído y no estuve parafraseando con
Sodoma y Gomorra.

Los licántropos me ofrecieron la luna, selenita de Elíseos.

El pacto de los dragones en el campo de marte                                                                 donde se dividían las tierras por alevosía, furor y rencor.

Yo era el alquimista, el mago, el poeta                                                             lamentable hecho que inspiraron duendes a vivir del paraíso,
mis figuras desnudas, saboreaban frutas que mi espíritu ofrecía,
ensuciado escribía el poema que danzarían las hadas sin alas.

Arrancaba con la furia la palabra exacta para el hechizo perfecto
por un momento el profeta decidió ser chamán
aun así no dejo de ser profeta
por un momento la tripulación de aquel barco
subió a la torre de cristal donde el mar no alcanza asomar su garra
ni por el oeste de los encadenados
ni por el este de las sirenas
que tejen la canción de Ulises,
por un momento se bailó fantasía
sin tocar el violín del demonio
por un momento...
todo estaba hallándose y perdiéndose.

¡Pero el pero!

siempre acata y rescata,
Diana del diente de león.

Arrastre hasta aquí mis propias plegarias
para que alguien las siguiera
y pueda verme al menos la joroba.

Ven... yo no te soltare ¡arrástrate!
sin miedo a morir porque ya hemos superamos a la muerte.

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