domingo, 10 de septiembre de 2017

Pureza


Las dos gotas
cortan el silencio.

Ni un niño ah muerto por acá.

¿Quién será el primero?

Apuesto a que él bebé prodigio
con pañales de pléyade
o el pequeño cordero
que abriga en sus brazos
la vieja Europa.

Busquemos uno
para la cena
de esta noche.

Para ofrendar al señor fuego
que en la ronda nos mirara
con el naranja reventado
en los fósiles de sus iris.

La mariposa se escapó
y la curiosidad por aplastar
el cartílago bajo ese
abanico artificial es una daga.

Oh, daga que pasa
sobre la boca llena
de un niño
que provoca borrarle
esa sonrisa
esa partidura
de sus vocales.

Cuando solo logra empujarme
una lagrima en diamante
sobre su rostro.

Y muere incrustado
el pobre niño...


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