sábado, 9 de septiembre de 2017

Quebrantahuesos

Van y vienen en los rieles del barco
los delfines mancos de rostros cínicos.

¿Se habrá hartado la paciencia
que dormía como un embrión 
en sus corazones?

O se habrán enamorado
de los anzuelos sin materia,
esas en las que todos caemos
y se nos prende en la cara
como una argolla que arrastramos
con el ojo erguido.

Es pues nuestra apuesta de sol
en la comarca del parpado.

Cuando las pestañas dividen la boca
y habla el alma.

Cuando la catarata baña el pómulo
y brilla.

Cuando cargamos 
con las dos manos
la medalla que nos finge 
un desacierto de trofeo.

El collar rubio de los camaleones.

Yo descanso luz
a lo pájaro eléctrico.

Vestido de velocidad.

Mi cresta es un rayo
que peinan aparicios fugaces.

Lubríquense de mi pámpanos
cuando mi cadáver apestoso
en la tumba parpadeé.

No sabrán cuando...

No sabrán a miel marino...



                                                                                ll


Van y vienen en los rieles del barco
los delfines mancos de rostros cínicos.

Los rombos se aparean 
y nace el triángulo.

Mis zapatos de agua
me enseñan a caminar.

El oro gritaba como un león sin melena
ahogándose en la mar.

Nadie lo salvo...

Nadie aleteo el humero
y murió moribundo.

Los meses eran mis dedos.

La perla llevaba
otoño e invierno
en su musculo de nácar.

La hembra que roncaba en mi nuca
deseaba
en su cuello
en mi cuello
en nuestro cuello
el crucifijo de crema.

El relámpago lagrimeo trigo
en el panal paradisiaco
de un viejo mar
que escribía 
con la mandíbula.

Un marinero fuma a popa
un velero de papel.

Las rocas se levantan del sueño
insultando el ancla que también soñaba
con ser flecha de un gigante.

Y mi rostro tras la bandera
galopante velero de mi fragata.


                                                                             lll

                                                                
Van y vienen en los rieles del barco
los delfines mancos de rostros cínicos.

Canten, canten...

El viento y el fuego 
están celosos.

La llama no se apagará.

Y nosotros no dejaremos de respirar.

Están mas vivos que nunca.

Y eso nos conviene...





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