Y sabiendo que ibas a partir
yo no aleje mis pasos hacia el oeste
ni aunque las olas
se lleven tu rostro dibujado.
Me senté y emprendí mi espera larga
sabia que algún día vendrías disfrazada de la vida,
me encontraras ahí
siempre con la careta intimidante
siempre con el cabello espantado
y los labios despellejados por algún temor.
Te veré y diré
que valió la pena
hacer el amor con la pleamar
cuando te esperaba y mis huesos crujientes
se secaban con la lluvia solar
esperando al carroñero del viaje.
Por ti si o si
tengo que velar mi tiempo
al azur acuarela
donde el sol blanco
derrota la sonrisa.
Te esperare porque te amo
y si los siglos me carcomen
en algún momento sabrás
que estuve ahí
porque siempre
hay alguien
que nos ve y cuenta.
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