martes, 16 de octubre de 2018

Inmaculada

Ahora que esta moribunda en la escalera
arrepientes la melancolía del odio desatado,
tu madre llama a tu sombra una vez más prisa...

Se dice que el que ama obvia la muerte
la cruz de metal que tambalea en la curva del dedo del santo
ah, no es tarde,
el girasol le ama al viento, ¿y tu?
no puedes amar si asesinas a tu clavel,
tendrías que volver a nacer
pasmarte en el vientre militante de la tierra,
llorar, llorar, llorar hacer ver las arcas de tus lágrimas,
enojar la carta de la vida cansada que atribuye sus codos quemados
llorar, llorar, llorar... escapar del orgullo y la triste realidad.

Dime... digan...

¿Quien fue aquel hombre que entregó su vida por vosotros, los niños?

Y no me digáis Jesús, porque los carpinteros no estuvieron en su funeral...

¡Responde sin ocultar la voz del pueblo.!

Sabes que fuiste tú el ser que no se espanta del tártaro milenario,
el barbón desnudo que agita sus alas con hueco sin rencor
¡Quizá! Me digáis -comprareis vuestra suerte-
y es el miedo que acaricia los perros del alma muerta
pero yo, un mortal más
gritaré consecuente ¡Vivid! ¡La muerte no existe! ¡Es el viaje eterno!
¡La separación de nuestros hijos! ¡La amputación del espíritu!
Eh, no suena la búsqueda en los camellos de la biblia que párrafo por párrafo
consumen la historia universal que es una sola,
no huyas.. Cobarde... no dejes que otro vean como tu abuela se declina
ten la suficiencia de levantar el fierro de las piernas morenas
adelante, adelante, ve, ve...
corre, avanza, encapríchate del tiempo
las mañanas tienen buenas anécdotas para secarlas al sol,
¿Y el padre que masturba su mirar en el vacío?
Leerá esto algún día entre los muertos.

¡OH, OH, que dolor es este que siento en el pecho y no tiene nombre!

Si existe aquella persona que sienta lo mismo que yo,
que invoque mi ágil identidad porque estoy en todas partes,
aunque no me puedan ver.

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